En el fútbol se ha instalado un topicazo que cada vez me irrita más. Cuando un jugador pasa de la treintena pasa a estar bajo sospecha. El argumento de la edad es tan injusto como poco científico. A esas alturas, si un profesional se cuida y cada año pierde un kilo (de peso), garantiza su continuidad en la elite hasta que “el cuerpo aguante”. Conozco infinidad de juguetes rotos que con 26 o 27 años parecen prejubilados por no haberse cuidado al creer que la edad les permitía ser aprendices de Peter Pan. Por eso, Modric es el ejemplo de la longevidad basada en la sabiduría y el compromiso con su profesión. Luka ama el fútbol casi como a su maravillosa familia. Por eso estuvo a punto de llevar a su pequeño y orgulloso país, Croacia, a la cima del Mundo.
Y por eso aceptó con humildad y naturalidad el Balón de Oro conquistado con toda justicia tras el Mundial de Rusia. Modric cumple hoy 35 años y su yogur no tiene fecha de caducidad. Su brújula en la medular sigue siendo indispensable para el vigente campeón de Liga. Y después de ser clave en la 10ª (¡ese córner a la cabeza de Ramos!), la 11ª, la 12ª y la 13ª, nadie imagina un asalto a la 14ª sin su temple, inteligencia y capacidadde sacrificio en la sala de máquinas. Modric mantiene la ilusión de un juvenil y por eso Zidane, otro sabio de este invento, sigue dándole galones. El pequeño croata es uno de los nuestros. Es el ‘Real Modric’.